martes, 10 de mayo de 2005

De madres, bebidas y calles

Desde el interior del Peugeot puede observarse la larga fila de automóviles para entrar en los restaurantes y centros comerciales. "A huevos, es el día de las madres" –piensa Roberto mientras le bocina al imbécil piloto del autobús que decide detenerse frente al rótulo de AQUI NO HAY PARADA. "¡Puta madre! –piensa–, con estos cerotes de mierda nos vamos todos a la mierda. Ya no llego, mi vieja me va a matar por no llegar. ¡Qué pura mierda sino llego a tiempo! Este imbécil no sabe manejar, no les deberían dar licencia a estos malditos, es una mierda" –repone mientras empiezan los bocinazos de todos los autos que van detrás de él–. Suben al bus dos trabajadores, dos niños con uniforme de colegio y tres secretarias con sus adornitos de flores respectivos. "Estas viejas ni mamás son" –piensa mientras golpea con la palma de la mano la bocina del auto, empieza a desesperarse–. El bus acelera poco a poco, inmediatamente. Va repleto, lleno, completamente lleno pero el piloto sigue metiendo cuanta gente pueda. Son las 5:38 de la tarde, empieza a anochecer.

"Bueno, ya se está moviendo el cabrón" –se dice a sí mismo para tranquilizarse–. Luego de dos minutos más en la misma calle, decide cambiar de carril y cruzar a la derecha para tomar un atajo antes de llegar al semáforo que aún sigue en verde y nadie consigue avanzar. Cambia de carril, avanzan los autos. Apura la marcha y cuando cruza a la derecha, se da cuenta que es lo mismo. El mismo singular tráfico. "¡Por la gran puta! La misma mierda" –mientras golpea el timón hidráulico del 206–.

En esa calle, espera unos cinco minutos más o menos, al final se agiliza el tráfico. Cambia de velocidad y mientras apresura la marcha para poder pasar el semáforo, empieza a sonar el celular. Busca en la guantera, busca en el saco, busca en el asiento. Nada. "¿Quién será el hijo de puta que me está llamando? Justamente ahora se le ocurre llamar al cerote. ¡Puta! ¿Y sí es mi vieja? Me va a madrear por no llegar a tiempo. ¡A la verga!" –Piensa mientras deja de timbrar el celular y justamente se queda a dos autos, un Honda y un Toyota, del cruce–. "¡A la gran puta, hoy si ya no llego!". Vuelve a colocar en neutro el 206 y empiezan a cruzar la calle los peatones deseosos por cruzar; algunos felices, algunos solitarios, otros en grupos de dos o tres. Se deleita ya más tranquilo, viendo pasar a la gente de una acera a otra mientras esquivan los autos detenidos por el semáforo en rojo.

Vuelve a maldecir mientras mira a una mamá cruzar con un ramo de rosas y un regalo. "Puta, esta vieja está bien buena –repone a sí mismo–. Tendrá unos 20 o 22 años talvez, ¿y ya es mamá? No importa, pero si que está bien rica" –mientras mira como mueve las piernas y la cadera para cruzar la calle, se imaginaba desvistiéndola–. Empieza a caer una leve llovizna, dispersa. El semáforo da verde y avanzan los autos. Aún continúan algunas bocinas detrás y el celular vuelve a sonar. "¡Puta madre! ¿Dónde está esta mierda?" mientras busca con una mano y sostiene con la otra el timón para no perder el control del carro. Por fin aparece debajo del asiento del copiloto, y contesta rápidamente.


–¡Vos cerote! ¿Qué onda?

–No, ando en el carro, ya salí. No te contesté porque no encontraba esta mierda, pero ya está. ¿Qué pasó?

–¡A huevos, sí! Hasta las 5 y 10 vos cerote, pero ya lo entregué. A ver qué dice el cerote del Gerente, de él depende. ¿Y vos, dónde andás?

–Órale, que de a huevo. Yo quería...

–¡Si hombre! ¡A huevos! La quería ver. Llevarla al Omni o algo así pero tengo que ir a cenar con mi vieja, que está sola. Pero ya no llego, está cabrón el tráfico cerote. Apenas voy por la maldita reforma y está mierda está inútil vos. Es una mierda. ¿Y vos, qué te hacés después?

–Órale, virgo.

–Pues vamos cerote. ¡Vale madre!, igual ya no llego, está difícil esta mierda. Sí, mejor vamos por unos tragos, ahora voy a cruzar.

–No, hay le digo cualquier paja. Vos, mi vieja siempre me cree. Le digo cualquier mulada y ya.

–A huevos, ya crucé cerote.

–¡¡Noooo!! ¡¡Qué sí te estoy diciendo cerote!! Nos vemos allá y nos damos en la puta madre.

–Entonces nos vemos allá, órale.


Cierra el celular, lo guarda en el compartimiento del medio, cambia a segunda y siente el motor del 206 mientras avanza por la 7a avenida ya menos congestionada. Las gotas de la liviana lluvia caen sobre el vidrio, vuelve a accionar el limpia brisas. Pasa frente al Banco Industrial y piensa en Úrsula –su última amante. Casada, dos hijos, 22 años y unas tetas que están para darse en la madre la noche completa y chupárselas como los bebés succionan la leche de los pezones de la madre–.

Después de haber tomado una botella de Flor de Caña y otra de Zacapa, mira el celular y descubre que son las 12:07, piensa en su madre.

A las 12:16, vuelve a pensar en ella. Nunca la llamó, ni para disculparse.

Son las 12:26 y maldice al guachimán de uno de los bares, mentándole la madre. Se la mentan de regreso, y no piensa en su madre. Se despide de sus bróders y se dirige al parqueo para recoger el auto, no sin antes distinguir que la lluvia cae más recia que antes. Llega al auto, abre la puerta, se sienta, arranca y descubre que se puso hasta la madre. La lluvia sigue cayendo levemente y enciende el limpia brisas del auto sin entender que está evitando con ello, la caída libre de la fiel –madre– naturaleza. Son las 12:55, "mañana llamo a mi vieja", piensa para sí mismo mientras enciende un cigarro. Afuera, continúa lloviendo. Las calles, están libre de tráfico. La ciudad duerme, tal cual imperfecta.