miércoles, 14 de agosto de 2013

UNOS AUDÍFONOS VERDES



Dani sale de su casa sin mediar palabra. Irritada, triste, rebelde; cierra la puerta de un solo portazo. Sobre el hombro lleva una mochila típica, en la que algunos pines y parches de colores, dejan ver que aún cursa el último año de colegio. Dentro de la pálida mochila lleva varias cosas, sobre todo una: el eterno peluche que su abuela le regaló para un cumpleaños. Ese es su alivio, su amuleto, su fuerza.

Dani parece estar enojada y triste, pero se concentra en la música que escucha de sus audífonos verdes; y todo el enojo, ése que siente desde el fondo de su pecho, parece disolverse con cada paso que da firme sobre la acera. Por un momento, pareciera olvidar la sangre que gotea insistentemente desde sus delgadas manos, y se deja ir, literalmente, hacia el zumbido de los audífonos verdes que escucha con hipnótico esmero. Dani camina y camina, pareciera que la música le levanta el ánimo al punto que nada más importa, mucho menos la vibración del celular en la mochila, ni la sangre, que ahora, le inunda la blusa, la falda y las calcetas amarillas. Las heridas parecen dolorosas, pero no le duelen. Dentro de su mochila, aún lleva la cuchilla de su hermano, con la que dibujó dos largos y profundos barrancos sobre sus muñecas pálidas; pero Dani, no piensa en eso ahora, piensa en la música que escucha y todo parece olvidarse en un estruendo de armonías inverosímiles y paisajes oníricos.

Puede ver un bosque a lo lejos, una luz, un pacífico riachuelo y una bandada de pájaros, que le dan cierta paz. Cierto alivio. Cierto descanso.

Después de varias cuadras, Dani cae al suelo, y ahí tendida, parece una tierna nota musical cubierta de felicidad y sangre. Al caer, los audífonos se rompen y quedan esparcidos como recuerdos a lo largo de la acera. Inmediatamente la música se detiene, y del otro lado de la calle, un perro ladra.

Un avión, desde lo alto, cruza el cielo.

Una sonrisita se vislumbra entre sus labios y el tamborcito en el pecho, ése que hace unos minutos bombeaba infelicidades dentro de su cuerpo, deja de suspirar canciones y cede ante el oleaje de lo inmóvil. El celular, en su mochila, enlista diez llamadas perdidas, y la tarde avanza, como un piano de Brahms o Schubert, sin caricias tercas y maltratos insistentes de un padre vociferante.

La calle, se inunda de monotonía y gente. Otro perro ladra en la lejanía.

Una nuba blanca, más blanca que la ternura, cruza el cielo rápidamente.

Todo parece, idéntico a la realidad. ¿O fue un sueño?





SOUNDTRACK:
Apparat - K&F Thema
Jon Hopkins - Abandon window
These New Puritans - Organ eternal