miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cinco

Five to one, baby.
One in five
No one here gets out alive, now.
Jim Morrison





El número cinco tiene sus misterios. Estos aún no han sido revelados por la sociedad científica internacional, ni tampoco por el Comité de la Huelga de Dolores de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Entre estos misterios, tiene su punch comercial, su encanto físico, su fascinación geométrica, su hook publicitario. Su enigma terrenal, su maraña ancestral, su alquimia irreversible, su material nocivo, su arsenal poético; para adjetivar un poco la cosa. El número cinco convive en un territorio especial junto al número cuatro. Ambos llevan una cruz ancestral, que curiosamente los salva de los tormentos e indiferencias que padecen los otros números (tan simplona esa mara). El número cinco es "más primo" que sus otros primos, y "tan natural", cómo los otros naturales.

Tanto así que los meros gringos lo utilizaron para construir su Sede del Departamento de Defensa: El Pentágono. Pero pobres mi gordos. El Binnie Laden me los hizo tortrix al parecer indefensos ante los avioncitos AA que curiosamente eran 77 en aquél día 11. Qué miedo, ya salieron dos de los "tatas de tatas", el número siete y el número uno. Esos son los tutankamones de los números, hablando de jerarquías y otras marañas.

El rollo es que el Pentágono está inspirado en el cinco. Tiene cinco pisos y cada piso tiene cinco corredores. Otra cosa con el cinco es que está presente en los elementos primitivos: Agua, Tierra, Fuego, Aire, Éter. Y éste último, era remplazado por la Quintaescencia en el cristianismo medieval, por medio del proceso alquímico. Por otra parte, pienso en los cinco sentidos (Oído, Vista, Olfato, Gusto y Tacto) que posee la mayoría de seres humanos, excepto aquél chavito de la lica, que miraba espantos y salía hablando babosadas con Bruce Willis. Pobre mi gordo, diría Gordi. O en todo caso, el cinco es la mera neta, diría un compa mexicano mientras pienso en el Cinco de Mayo mientras se aguada de la risa viendo a Michael Jackson (güiro y negrito) bailando en Jackson Five.


A todo esto, les comparto tres de cinco escritos. Estos forman parte de un proyecto musical que realizará dentro de poco el amigo y compadre, genio del violoncello: Paulo Alvarado. Se los dejo mientras me voy a buscar fotos en la internet de la Milla Jovovich, la Lola que salía en el Quinto Elemento. Uy, qué mujer! Y además, hablando de cosas sexualosas, les cuento que mañana jueves es el quinto Trisoms y estaré leyendo junto al mero Don Dardón y la mera Doña Escobar.

Qué emoción.


Llegan los textines:


1.

Cinco esfuerzos
para levantar la risa
de los mártires, cinco intentos.

Desiertos insolentes.
Canastas básicas
arropándose de felicidad imprecisa.

Vacíos inconclusos,
tristes conocidas letanías
infiernos toscos al 'van y vienen'.

Cinco esfuerzos
para susurrar en calma,
los tibios fonemas del encierro.




2.

Cinco palabras para arremeter contra el olvido, cinco pasos de baile, cinco páginas abarrotadas de utensilios fonéticos en el callejón de los diluvios. Cinco promesas para olvidarme de tu nombre, cinco nuevas fórmulas, cinco marañas toscas para levantar los siglos del silencio y lujuriar tu risa; insistentemente entre las cordialidades de la noche. Cinco verdades para eludir el aullido del polvo, cinco falacias para arroparme de certezas, cinco moléculas de miedo para afrontar tus algoritmos tristes; tus matemáticas perfectas, tus geométricas vicisitudes. Cinco palabras para arremeter contra el silencio, cinco orgasmos al filo de la nada, cinco veranos quejumbrosos para discernir en las profundidades de tu horizonte. Cinco palpitaciones en las fronteras del encierro. Cinco encierros. Cinco. Cinco. Cinco. Cinco. Cinco.




3.

Esta prosa medieval adherida a mi silencio, este espasmo de luz insomne bailando grises y perpendiculares morfemas al pie de página; esta amontonada tragedia en la repisa de las ganas. Este vuelo anémico de Icaros gimiendo Troyas, este Aleph promisorio bailando tangos, esta Lambada de sueños, sutil perenne, enroscándose toda. Toda.

Esta prosa bárbara sangrando sobre el filo de la espada, esta malicia tierra, esta nueva arena; mar próximo de redenciones quiméricas, mar latente, mar etéreo. Esta letra oscura haciendo ruido y luto entre en el enjambre del absurdo, esta oscuridad maléfica; este tintineo de sístoles y diástoles entre el calor del desierto más desértico. Esta insoportable redundancia de calores semánticos.


Voy buscando luz, alquímico alimento, para levantarme del mortal letargo de los más insípidos momentos. Voy buscando luz, luz voraz; para encender la llama de la felicidad más tóxica. Más química. Más sola.